lunes, octubre 15, 2007

BorrajaX vs. Puyol



Últimamente viene reapareciendo en mi vida el “fantasma” de los parecidos razonables que mi cara tiene (o sufre) con otros rostros famosos. Es cierto que la primera posición en el ránking se la adjudica el puto el bueno de Gabino Diego por aplastante mayoría, pero la siguiente faz en discordia es la de Carles Puyol, el jugador del Barça. Lo de Gabino Diego es algo que nunca me ha acabado de gustar… bueno… ¡de hacer ni puta gracia! ya que estamos hablando aquí de un actor cuyos papeles más recordados son de rey subnormal (en “El Rey Pasmado") o de yonki tontolaba (en “Torrente 2”). De hecho, alguna vez me he estado planteando incluso escribir a su representante, o productora, o similar, para contarle los traumas que este parecido me ha causado, a ver si pesco algo o, al menos, para intentar convencerles de que hagan lo imposible por obtener el papel protagonista de peliculas guays y de alto standing (Micción Imposible 4, Superman Re-Returns, La leyenda del Zorrón...) Sin embargo, un halo de esperanza me envolvió cuando apareció en escena el anteriormente mencionado Carles Puyol. Pasé de ser el tío de “un zumito de naranja, Torrente… ¡¡pero natural!!” a convertirme en el “Tiburón Puyol”, alguien de infinito mejor estatus social: futbolista (por ende, asumible por todos los mortales que ginca más que Dios) rico, respetado, prácticamente imprescindible en la selección española… Vamos, ¡un primor de gacho!… hasta que ocurrió lo que voy a relatar en este post, a ver si me sirve de desahogo.

Para más Inri, esto ocurrió en el verano del 2006, justo después de volver yo de Suecia. Volvía con el ego por las nubes, en general, porque las mujeres me querían, y en particular porque, como resulta que allí siguen mucho “La Liga”, conocían perfectamente nuestro fútbol (de hecho, lo conocían mucho mejor que yo) y por ende a Puyol, lo que me llenaba de orgullo y satisfacción: había alguna chica (estoy pensando en una especialmente pirada) que si me veía se ponía a gritar“¡Puyol!, ¡¡Puyoool!!” como una posesa. Algunos suecos se acercaban tímidamente a preguntar si yo era un jugador de fútbol español, o si tenía algún familiar que jugase al fútbol… (y yo pensando… "¡sí!.. ¡Aquí iba a estar si fuese Puyol, mira! ¡Pa' verte a ti!")… pero vamos, que el parecido con el tal Puyol me daba un caché, y un status que resultaba altamente agradable… hasta que volví:

Estaba yo después de comer, en Jaca, con mi madre viendo el telediario. Ella se había sentado en una hamaca y estaba medio amodorrada (yo juraría que dando cabezadas y todo) cuando apareció una noticia del Barça (acerca de algún “bolo” de pretemporada o eso) en la que lo único que se veía era a los jugadores saliendo del hotel de concentración para subirse a un autobús. Bien, pues sale Ronaldiño y mi madre, sopas perdida: nada. Sale Xavi, mi madre, sopas perdida: nada. Pero sale Puyol… Mi madre se despierta velozmente y, señalando hacia la tele con su dedo índice, suelta: “¿¿¡¡ Pero quién es ese tío tan feeeeo !!??” Ahí ya, mal, pero bueno… le empiezo a explicar que “es un jugador llamado Carles Puyol, defensa y capitán del Barça, en ocasiones capitán también de la Selección Española...” y en esto que se vuelve, me mira y dice: “Se parece a ti...” y yo “¡Muy bien! ¡¡Gracias, hombre, madre!!” Pero se queda mirando un poco más y dice “Mmmm.. no… no… ¡tampoco se parece tanto!… No, la verdad es que no. Hombre, os dais un aire por los pelos, pero no… La verdad es que él tiene una cara muy larga y muy estirada… No, no… ¡Tu eres más guapo!” Bueno… no es que me quedase muy conforme con el tema, pero tampoco era un trauma excesivo ¿no?...

Sin embargo, un par de meses después, la escena se repitió en Zaragoza: salón, después de comer, madre amodorrada en el sillón orejero y noticia del Barça en la sección de deportes del telediario… Esta vez, se trataba de una rueda de prensa. Sale hablando uno (Rijkard, por decir alguien) y nada, peeeeero le llega el turno a Puyol. Mi madre que abre los ojos y misma jugada: “¿¿¡¡ Pero quién es ese tío tan feeeeo !!??” Y yo “¡¡Jooooeeer!!… encima de borde rompe-egos, con Alzheimer” Total, que (con la experiencia adquirida tratando con mi abuela) me armo de paciencia y comienzo a explicar parsimoniosamente de nuevo: “Pues es un jugador llamado Carles Puyol, defensa y capitán del Barça, en ocasiones capitán también de la Selección Española, que la gente dice que me parezco a él, pero yo soy más guapo ¿verdad?” Al decir esto, mi madre se me queda mirando y hace “Ssssss… bueno…” frunce el ceño con una mueca de asco y dice “… es que… es que ¡¡se te ha puesto una cara tan grande…!! ¡Antes que tenías una cara tan finica…!

Y así es como lo que podía ser un parecido encomiable y envidiable ha pasado a ser un profundo trauma… Ya sabéis, niños… cuando tengáis prole, nunca hagáis nada parecido.

Me he acordado de esta historia porque se la solté a un grupo de jóvenAs que el viernes 12 se me acercaron en la fiesta de la cerveza gritando “¡¡Bisbal!! ¡¡Bisbal!!”. Hasta se hicieron una foto conmigo. ¡Pobres!… ¡qué rollazo se tuvieron que tragar! (fué una lástima que solo se tragasen el rollazo y no el poll… ehmm…. ¡¡bien!!) Lo de que de vez en cuando (con el pelo suelto y los rizos en su máximo apogeo) me dijeran que me parecía a Bisbal también estaba bien (fue bonito mientras duró)… ¡Có!… las púberes fanáticas se forran las carpetas con fotos suyas y se desmayan a su paso, se punza a cada jaca que pa' qué… ¡Todavía era mejor que Puyol! Sin embargo, va el tontolaba y se rapa para no-se-qué buena causa… ¡¡Pero cojones, tronkocolega, que la buena causa ya la hacías con los rizos puestos!! ¡Si estabas aportando tu “humilde granito de arena” (como dicen siempre que colaboran con alguna mierda solidaria de éstas) a la ardua empresa de que alguien tan impresentable yo ligase!! Pues nada… Igual tengo que plantearme escribirle una carta a ése, también…

Si es que... ¡soy un desgraciao!

jueves, octubre 11, 2007

Han vuelto












Te cagas... mira que siempre he dicho que haciendo una tercera temporada de Prison Break se habían pasado ¿eh?... Pero da igual... cada vez que termina un capítulo sigo sufriendo hasta la semana siguiente... Y ¿qué decir de House? Yo de mayor quiero ser tan joputa como él. Aunque por el aspecto del expisodio 4x03 y la preview del 4x04, parece que el Josico (digooo... Housico) se va a andar rayando con el existencialismo y la vida más allá de la muerte... ¿nos lo volverán humano? La putada es que ahora hay que esperar a febrero hasta que empieze la 4ª temporada de "Lost" (aunque con estas dos series que empiezan ahora tengo para ir quitándome el monaco)

Ah, por cierto, he actualizado un pelín el aspecto del blog (lo he adaptado a la nueva versión de Blogger)... A pesar de que prácticamente no hay cambios visibles ya que externamente (y de momento) sólo ha mejorado el tratamiento de las etiquetas y el archivo del blog, espero que os guste. Ya comentaréis sugerencias y opiniones (Xmariachi, las letras blancas sobre fondo negro van a seguir como hasta ahora).

jueves, octubre 04, 2007

Triscando por Ordesa



Bueno, pues ya estamos de vuelta, sanos y salvos… Una pena, pero el tiempo no acompañó lo suficiente y no pudimos hacer lo que queríamos… La verdad es que tuvimos un poquillo de mala suerte, especialmente con el tema del tiempo y las reservas en los refugios…

Ya el jueves 27, bajando por el Monrepós hacia Sabiñánigo, para encontrarme con Diego y coger el Hudebus que nos llevaría a Torla me empecé a preocupar: un frío que te cagas y los Pirineos nevados a una altitud de aproximadamente 1500 mts. (eso lo calculé yo, a ojete de buen cubero).

Cuando llegamos a Torla, nos pusimos a planificar qué hacer con un cafecico caliente delante (¿o fue jarra cerveza?... ¡Xmariachi, ayúdame!): Por un lado, teníamos una noche reservada en Góriz, pero no en Sarradets porque no habíamos conseguido contactar con ellos, puesto que el teléfono que aparecía en las webs ya no existía: el que nos dieron el jueves en la oficina de turismo de Torla es 00 33 683 381 324 (lo pongo aquí por si le puede servir a alguien), lo cual, potencialmente (puede que el jueves ya fuese demasiado tarde como para tener sitio en Sarradets el sábado) implicaba cargar con una pesada tienda para una noche, o incluso ninguna, porque en plan matada podíamos hacer Góriz-Bujaruelo y ahorrarnos lo de Sarradets. Por otra parte, la nieve y el frío no animaban a tirarse por el empinado glaciar que hay tras la brecha de Rolando sin piolet y crampones (que no tengo porque son caros y chico… para una vez cada lustro que los use, no me acaba de merecer la pena ¿no?). Otra opción era hacer Góriz – Pineta. Ah, pues bien… “vamos a ver si en Pineta hay sitio el sábado”… Llamamos… “Oyeeee… que nos gustaría saber si tenéis sitio el sábado, porque vamos a ir desde Góriz y…” “¿Desde Góriz?… mmm… bueno… si no hay niebla y han quitado la nieveeeee… es queee… es que hay un paso que es un poco malo” y yo “Pero si es la GR-11… ¿qué pasa? ¿Qué si nos caemos nos matamos?” y un contundente “Sí, de hecho, en julio ya pasó, ya…” nos quitó las ganas de intentarlo (además, nos convencimos cuando, al retractarnos de la idea, la del refugio dijo “Ay, pues me dejáis más tranquilica a mi también”). Bueeeeno… pues Pineta tampoco… “oye, pues ¿por qué no alargar una noche más lo de Góriz y a ver qué pasa?” Pues si… Llamamos a Góriz y… “No, el sábado ya lo tengo completo ¿eh?” ¡¡Mierda!! ¡Có, yo no mandé a mis naves a luchar contra los elementos!

Total, que mandamos todo a la mierda, dejamos de pensar (ya ves: sería cerveza) y nos fuimos a jamar. Pillamos una habitación en un hostal (hacía frío y pasábamos de montar y desmontar la tienda para una noche) y nos fuimos a cenar a un sitio llamado “El duende” altamente recomendable (de hecho, repetimos con la comida del lunes antes de coger el bus hacia Sabiñánigo)

Este primer día no hicimos (ni el tiempo invitaba a más) otra cosa que dar algún breve paseíllo por algún camino de Torla y el chorras con una ermita cerrada (pero con una ventana muy a propósito para colar la cámara y echar una fotaina)

El viernes salió un día que te cagas (¡¡jódete!!) y enfilamos para Góriz. Una amable pareja de asturianos nos recogió a la salida de Torla y nos subió en su coche hasta La Pradera de Ordesa (menos mal, porque si no habríamos llegado tarde que te cagas) Subimos por la Senda de los cazadores, que, tras la fuerte subida inicial entre hayas, hasta el mirador de Calcilarruego, resulta muy cómoda, porque va llana o incluso baja un poco y además permite ver más paisaje que la senda normal, que es como el cochino Paseo Independencia, tanto por lo ancho, como por la gente (especialmente en verano). Por ejemplo, se ve muy bien el circo de Cotatuero con su cascada y también permite ver las Gradas de Soaso desde otra perspectiva. Eso sí, al asomar la nariz por el mirador, resulta un poco descorazonador ver que, tras dos horas de subida, sigues en el punto de partida (la Pradera) pero 650 metros por arriba.

Diego estaba obsesionado con buscar rebollones por la senda esa, porque decía que es “terreno de pinos, terreno de pinos… ¡¡bueno para el rebollón!!” y sí, la verdad es que encontró, sí. Bastantes. Es una pena que como Ordesa es Parque Nacional no te puedes llevar nada de eso… Por cierto… ¿cómo es que la gente se come hongos que encuentra por un monte ajeno y sin embargo mata sus “pié de atletas” y demás? ¡Si es nuestro! Si algún día cojo una cosa de esas le daré unos lametones, a ver a qué sabe…

Por el camino, además de las setas encontramos más bichejos… marmotas y “chova piquigualda” (que yo sigo diciendo que es un mirlo pero aragonés).

Cuando llegamos a Góriz, una horda de alpinistas “expertos” estaba llegando del Monte Perdido, y todos nos repetían lo fácil que era. Lo de “experto” va entre comillas porque he acabado un poco hasta la punta del higo de expertos de ese tipo, especialmente por lo que nos pasó al día siguiente. Un experto no te dice que es fácil… un experto te dice que es fácil si el tiempo está bien y que te puedes matar entre siete y cuarenta veces si te encuentras con hielo, nieve, niebla… Pero bueno, no adelantemos acontecimientos…

Allí en el refugio dan unas cenas brutales. La de este primer día consistió en un primero (alubias) seguido de una ensalada con arroz, maíz, tomate, olivas, lechuga… y luego una fuente rebosante de longanizas con cebolla. Cada mesa es de seis personas (el guarda te indican en qué mesa tienes que comer y a callar) y repetimos todos de todo (de hecho, longanizas quedaron la de Dios es Cristo). Luego las camas, para que os hagáis una idea son tres filas de literas en las que hay 10 u 11 colchones pegadicos, pegadicos entre sí (en la foto, el rebullo de abajo es Diego)… llevaos tapones para orejas (por los que ofrecen serenata para ronquido y soplido en Do-menor) y para la nariz, porque como no hay agua caliente, no se ducha ni el Tato ahí (creo que yo no me he olido a mi mismo tan intensamente como en estos dos días).

Estando allí, preguntamos a ver si nos dejaban otra noche (la del sábado) y, contrariamente a lo dicho el jueves, esta vez nos dijeron que sí (habría habido anulaciones, supongo) con lo que nos podíamos plantear subir al Perdido el sábado y bajar a Torla el domingo.

El sábado 29 se levantó un poco revuelto, con una nube por donde estaba la cima del Perdido pero bueno… en principio no estaba demasiado mal… así que nos pusimos a subir, diciendo “oye… si encontramos algo chungo, pues nos volvemos y en paz” porque, a pesar de lo que pueda parecer, nuestra experiencia en montaña va de lo soso a lo lamentable, como se puede ver en la siguiente serie de fotos:
  1. Ay que me caigo
  2. Ay que me cago
  3. Esto no son trazas.
A los 3000 metros, llegamos al Lago Helado (click aquí para agrandar) entre algún copo de nieve que empezaba a caer con timidez. Allí es donde por primera vez se puede ver la cima del monte y nos percatamos de que los últimos metros estaban tapados por una nube y que no podríamos llegar o, mejor dicho, de que no merecía la pena llegar, vamos… ¡¡porque si nos lo proponemoooos!! ¡Mecá! ¡Tu dile a un maño que no puede hacer algo…! ¡¡La mejor forma para que lo haga!!. Unos minutos antes nos habíamos encontrado a unos franceses que decían que la subida estaba bien menos los últimos 50 o 100 metros, en los que había niebla y mucho viento y que “había que llevar GPS para no perderse”, lo cual, teniendo en cuenta cómo es la cima del Perdido y que esos trastos tienen un margen de error, según creo, de 5 a 10 metros, resulta “utilísimo”: dos metros más para aquí o para allí suponen la diferencia entre que tu siguiente paso sea sobre suelo o sobre una caída de unos 200 metros, pero en fin… Yo creo que esa gente que confía tanto en los trastos electrónicos para situaciones así son felices y se sienten seguros hasta que dejan de ser y dejan de sentir (porque se han esmorrado por ahí, pero oye, mientras tanto, que les quiten lo bailao).

Bueno, pues nada, estando allí en el lago llegamos a la conclusión de que con esa nube en la cima no merecía la pena subir, porque lo chulo son las vistas y, chico, comerte 300 metros más de desnivel para meterte en niebla vil, pues no parecía muy inteligente. Nos pusimos a ver, entonces, si se podía subir a alguna otra cosa por allí cerca… Bien, pues en lo que nos costó decir “Pilla el plano” y “mira, por aquí sale un camino y por aquí otro…” la nube que unos 30 segundos antes estaba tapando únicamente la cumbre, se nos había echado encima, lo cual dio pié a un “¡¡huy!!… ¿¿y si nos piramos cagando leches??” Y ¡hala!… a salir corriendo hacia abajo, acompañados de una nevada que iba arreciando por momentos y con la niebla en los talones (o sobre nuestras cabezas). Menos mal que el camino está muy bien marcado por hitos (jitos como decía una pareja de leoneses majetes con los que cenamos la primera noche) porque en algún momento nos vimos envueltos por la niebla (relativamente espesa) y chico… ¡hay que ver lo poco que se ve con una nube alrededor!

Por esto digo que lo de “experto, experto: mierda, mierda”. Lo que con buena temperatura es un paseillo militar (yo lo había subido en verano del 2004 y ningún problema) es algo que con nieve o niebla se convierte en algo que te puede reventar el ojete a la mínima. De hecho, había un paso con una placa de hielo que bueno, no era muy peligroso, pero si te resbalabas y te dabas una tollina contra un pedrusco cercano con aviesas intenciones podías quedarte un poco ga-ga. A la vuelta incluso tuvimos que guiar a dos gachos. Y eso que tenían pintas de saber. Eso si, el hecho de que la temperatura fuese baja, implicaba que el panorama era impresionante, lleno de cascadas de hielo, neveros, carámbanos y demás formaciones curiosas... ¡Ah! Y volví a ver los cristales de nieve, como los de Suecia (yo pensaba que no se darían aquí en España, pero mira: sí)

Tras una bajada en tiempo récord, nos echamos una siesta, nos levantamos a cenar y nos fuimos a dormir otra vez. ¡¡Qué barbaridad!! ¡Qué manera de dormir durante todos estos días! Mira que olía a huevo, pero me daba igual… ¡¡Qué bueno es esto de rebotar por pedruscos y volver al mono, co!!... Como decía el Diego: “¡¡a tomar por culo teclao!!”. Es algo que debería hacer más a menudo (como dice el Sergio, "la informática sucks, co")

Y bueno, el domingo ya, pues poca cosa… Bajar tranquilamente y disfrutando del paisaje desde Goriz hasta la Cola de Caballo (bajamos por las clavijas… pero eso sí: con arnés, que somos mierdecillos y cagaos, sobre todo yo) y luego, en marcha hacia La Pradera por la senda normal, acercándonos a las cascadas (tampoco mucho, para no mancharnos), parando aquí y allí… vamos, en plan relax. Ahí va una serie de fotos:
  1. Gradas de Soaso: 1, 2 y 3
  2. Cascadas varias: 1, 2, 3 y 4
  3. Un puente: Diego y yo

En las cercanías de La Pradera nos encontramos con una disquisición: ¿le dábamos la brasa a alguien con coche para que nos bajase a Torla o nos íbamos andando por una senda que llega hasta Torla por Turieto? Finalmente optamos por bajarnos por la senda (que por cierto, sale al otro lado del Arazas de donde está la pradera) y la verdad es que mereció la pena, porque es majo, majo. ¡¡Hasta encontramos vacas!! (eso sí… sigo sin saber qué mierdas es “Turieto”)

Por supuesto, no podía faltar la principal y casi única razón por la que yo subo al monte: la jarra de después (con tia en porretas y todo, jóvenes). Luego a ducharse con agua caliente (maaaa… ¡qué placer!) durante un par de horas y a dormir (y despertar de mal talante) en el hostal ese de la primera noche.

Y el lunes 1, decirle "adios" a Torla y volver al puto asfalto y obras de Zaragoza...

Bien, bien… pues nada, solo decir que es algo que recomiendo a todo el mundo, especialmente a los informáticos que nos pasamos el día sentados delante de un cacharro infernal de éstos…

¡¡Un saludo, gente!!